• El cementerio ha expulsado en cinco ocasiones a este vecino de Iturrama por protagonizar inoportunos y escandalosos ataques de risa en mitad de los entierros.

• El afectado se defiende alegando sufrir un extraño síndrome que le provoca incontenibles ataques de risa en situaciones de seriedad y gravedad severas.

Son cinco ya las veces que Javier Elizalde, vecino del barrio de Iturrama, ha sido expulsado del Cementerio Municipal de San José tras perturbar el normal desarrollo de las ceremonias fúnebres a las que asistió bien en calidad de amigo, conocido y por dos ocasiones incluso familiar de la persona fallecida. En declaraciones a este medio, el cementerio dice haber tenido que tomar esta drástica medida por las airadas quejas recibidas por parte de personas asistentes a estos entierros que este pamplonés de 28 años interrumpió de forma tan extraña y poco apropiada.

Javier Elizalde, estudiante de doctorado en la Universidad de Navarra, se disculpa asegurando padecer un extraño y recién descubierto síndrome que lleva su nombre que le impide contener violentos ataques de risa en las situaciones más serias y graves. “Todo empezó de pequeño, en el colegio. Estaba casi siempre castigado porque cada dos por tres no podía contener la risa y al intentarlo, iba a peor”. Con los años no parece haber mejorado. “Lo que más me duele es lo de los entierros y los funerales. Sobre todo cuando se trata de seres queridos muy cercanos. Mi familia cree que soy un desalmado”.

Javier se encuentra actualmente bajo supervisión médica voluntaria en el Departamento de Neurología de la Clínica Universitaria de Navarra, donde espera recibir en unos meses un tratamiento experimental. El equipo médico está entusiasmado con la oportunidad de poder estudiarlo y ya han bautizado provisionalmente su dolencia como el ‘Síndrome de Elizalde’. “Sabíamos que esta patología existía; cualquiera ha podido ver personalmente casos más o menos severos a lo largo de su vida; pero nunca antes había sido identificada ni habíamos esperado tener la oportunidad de estudiar de cerca un caso tan significativo como el de Javier. Estamos aprendiendo mucho y pronto podríamos obtener resultados”. Por su parte, Javier espera que esta solución llegue antes de la defensa de su tesis porque en caso contrario, según él, “podría ser una catástrofe”.